Hace muchos años se tenía la creencia que la única manera de lograr el respeto de los hijos era a través de una posición fuerte y determinada, en la que se viera a los padres como figuras de autoridad, sin embargo, hoy la situación es diferente y la realidad es que el amor de familia es el único camino posible: el cariño, la comprensión, la comunicación familiar y sobre todo la complicidad hacen que nuestros hijos estén cerca, nos respeten, nos obedezcan y nos comprendan. Hoy, luego de 3 años junto a mi pequeña hija, estoy segura que la amistad es la mejor ruta para ser su mamá.
Durante este tiempo he aprendido que ser mamá es una especie de amistad incondicional e interminable que va evolucionando con el tiempo: hemos aprendido juntas a solucionar los problemas que se nos presentan, a mejorar la comunicación familiar, a lidiar con el día a día lleno de rutinas y de repeticiones sin dejar nunca de lado el amor de familia. Hemos aprendido a entender cuando tenemos malos días, a abrazarnos cuando es el momento justo, a callar cuando es requerido para cuidar la comunicación familiar y a decirnos lo que sentimos de igual a igual, sin pretensiones y sin superioridades, como lo hacen las verdaderas amigas.
Ser una mamá-amiga me ha dado una visión diferente y ha creado un lazo de profundo amor con mi hija mientras que también enriquece el amor de familia.