Mamá e hija

La maternidad nos cambia la vida y nos enfrenta a nuestros más grandes miedos, nos reta a sacar lo mejor de nosotras mismas y a buscar la mejor opción para lograr que nuestros hijos sean felices. En esa búsqueda aparece el dilema entre ser mamá y amiga, llevándonos a escudriñar entre nuestras creencias y nuestra visión de la vida, para así descubrir la manera ideal de acompañar a nuestros hijos en su proceso de crecimiento. Te invito a descubrir por qué ser una mamá-amiga me ha dado una visión diferente y ha creado un lazo de profundo amor con mi hija que también ha enriquecido la comunicación familiar.

Mamá e hija

Hace muchos años se tenía la creencia que la única manera de lograr el respeto de los hijos era a través de una posición fuerte y determinada, en la que se viera a los padres como figuras de autoridad, sin embargo, hoy la situación es diferente y la realidad es que el amor de familia es el único camino posible: el cariño, la comprensión, la comunicación familiar y sobre todo la complicidad hacen que nuestros hijos estén cerca, nos respeten, nos obedezcan y nos comprendan. Hoy, luego de 3 años junto a mi pequeña hija, estoy segura que la amistad es la mejor ruta para ser su mamá.

Durante este tiempo he aprendido que ser mamá es una especie de amistad incondicional e interminable que va evolucionando con el tiempo: hemos aprendido juntas a solucionar los problemas que se nos presentan, a mejorar la comunicación familiar, a lidiar con el día a día lleno de rutinas y de repeticiones sin dejar nunca de lado el amor de familia. Hemos aprendido a entender cuando tenemos malos días, a abrazarnos cuando es el momento justo, a callar cuando es requerido para cuidar la comunicación familiar y a decirnos lo que sentimos de igual a igual, sin pretensiones y sin superioridades, como lo hacen las verdaderas amigas.

 

Ser una mamá-amiga me ha dado una visión diferente y ha creado un lazo de profundo amor con mi hija mientras que también enriquece el amor de familia.
Mamá e hija

Así, he aprendido que la educación es mucho más que regaños e imposiciones, que, pese a que no hay una manera única de ser madre, lo cierto es que el amor nos puede guiar hacia la manera correcta de formar a nuestros hijos. Ser mamás-amigas es una nueva manera de vivir el camino de la maternidad, de sincerarnos con nosotras mismas y aceptar que a veces podemos tener miedos, inseguridades, angustias y, sobre todo, que no nos las sabemos todas…somos al final dos personas buscando aprender del otro, dos amigo(a)s conociéndonos mutuamente, y allí es donde radica el encanto de este proceso que mejora todos los aspectos de nuestra relación y se desborda en más amor de familia y mejor comunicación familiar.

Mamá e hija

Hoy soy mamá y amiga de mi hija y no me cabe duda de que es la mejor opción que pude elegir. Somos iguales descubriéndonos y aprendiendo lo que cada una tiene para dar. Ella es la mejor amiga que he podido tener y al mismo tiempo me ha permitido encontrar mi mejor versión de mamá.

Ahora te invito a compartir tu experiencia: ¿Has logrado ser mamá y amiga de tu hijo(a)? ¿Cómo lo has logrado? ¿Vives esta experiencia como parte del amor de familia?